Los televisores LED y LCD tienen una forma diferente de otorgar luz a la pantalla. Los televisores LCD tienen un sistema basado en las lámparas fluorescentes de cátodos fríos. Los televisores LED, por su parte, reciben la luz de pequeños diodos.
Los televisores LCD ofrecen una gama de colores más artificiales y no crean un contraste completo entre el negro y el blanco, haciendo que lo más oscuro se torne grisáceo. Por su parte, los televisores con retroiluminación LED consumen menos porque los diodos LED se apagan cuando no son necesarios. Además, ofrecen un contraste más efectivo que permite conseguir una calidad de imagen mejor.
Ahora, los televisores LED han evolucionado hacia un sistema de retroiluminación más eficiente, el Edge LED. Su base siguen siendo los diodos pero la diferencia está en la colocación de estos. Las pequeñas luces se sitúan en los bordes de la pantalla, haciendo que la luz se reparta por toda la superficie a través de difusores. Como resultado, nos encontramos con pros y contras:
- Se consiguen fabricar pantallas más planas, permitiendo la creación de los televisores ultrafinos de marcas como Samsung o Sony.
- Ciertas zonas de la pantalla pueden quedar poco iluminadas y perder intensidad en los negros.
Otro tipo de retroiluminación en la nueva generación de televisores es la OLED (diodo orgánico de emisión de luz). Se trata de un diodo en una capa electroluminiscente formada por una película de componentes orgánicos que reaccionan a una determinada estimulación eléctrica, generando y emitiendo luz por sí mismos.
Sin comentarios